Crónicas de Fer

Quiero un buen mozo o un Rivotril  


La Falta de pasión en los trabajos es algo que siempre noto. No importa cuál sea el oficio: lo noto tanto en un barrendero como en el presidente de una empresa. La falta de pasión hace que el trabajador sea lento, esté desganado, tenga sueño, mire el reloj a cada minuto y,  en consecuencia, sea totalmente ineficiente. El trabajador desapasionado está pensando todo el tiempo en ser una persona diferente de la que es.

Hay varios rubros en los que no tolero la falta de pasión. Por ejemplo, no me gustan los pochocleros, ni los taxistas, ni los lustrabotas desapasionados. La tremenda cara de culo con la que uno tiene que lidiar es soberanamente intimidadora e incómoda. Los o las recepcionistas también son una raza delicada. Otra de las señales que identifica a un trabajador desapasionado es que no puede hacer dos cosas a la vez: el hacer dos o más cosas a la vez habla de una ansiedad, de un acelere, de una sangre y una energía de querer estar en todo a todo momento. Me encanta cuando la empleada que está al lado de la que me atiende se mete para interrumpir a la inútil que me tocó y le dice ´Tenés que apretar F5 y después asterisco y número de cliente en mayúsculas para que te dé el cambio de dirección´´

Salí parecido a la histérica, mal llevada, yegua mal domada de mi madre, que una vez echó a una mucama en su primer día de prueba diciéndole: ´´ Querida, estás acariciando los azulejos y hay que fregarlos !!!! Así no va´´.
Pero el rubro en el que nunca toleré la falta de pasión es el de los mozos. A veces ni siquiera disfruto de la comida pensando en el mozo o la moza, el sexo en este caso me es indistinto.

No bien me siento ya quiero que traiga la panera con la manteca y no soporto los nuevos menjunjes ´´fashion´´ ¡Quiero manteca!. Tampoco tolero los panes soborizados; quiero pan francés clásico. No tolero los individuales, las mesas laqueadas, las aguas finamente gasificadas, los cubiertos berretas y los saleros húmedos. Tampoco me caen bien los mozos o mozas con delantales negros con bolsillos de canguro que saludan diciendo ´´hola´´, ni los que anotan porque sé que igual se van a equivocar.

Los manteles me gustan blancos y los platos también.¡Y redondos, por favor!Los platos cuadrados u ovalados me quitan el hambre, son para perros o gatos. Odio las servilletas que vienen guardadas en la caja de acero inoxidable: no absorben un carajo, ¡es más, manchan esparcen los restos de comida que uno trata de limpiar!
Odio con toda la furia los platos calientes y más cuando el mozo dice: ´´ Cuidado con el platito que quema´´. También me irrita cuando durante la comida los mozos te dejan de mirar para siempre y quedas a la que te criaste: entonces faltan bebidas, pan tabasco, chimichurri, salsa criolla, pimienta. Ah, y la pimienta la quiero para moler, como deber ser. De más está decir que el pimentero debe ser Peugeot, otro no.
Cuando logro que por fin me retiren los platos después de eternos minutos, no me gusta que no pasen el recogedor de migas que no entiendo por qué no tiene nombre definido, ¿Será miguero? Lo dudo.
Las miguitas me pinchan el antebrazo, me hinchan las pelotas.
Me saca de las casillas que me relaten los postres a lo Mariano Clos, que me traigan dos cucharas para compartir y que no levanten los cadáveres de botellas vacías. También me repugna y me da un profundo asco que el mozo agarre comida que quedó en las mesa o papeles de sobrecitos de azúcar con la mano y que se le sienta el olor a pucho porque estuvo fumando en el rinconcito que hay donde se guardan los manteles y las copas antes de entrar a la cocina. Detesto que los mozos no sepan lo que es un café corto y que me ofrezcan lemoncello, ese jarabe de mierda. Por favor, basta de lemoncello.
No soporto a los mozos que cuando traen la cuenta preguntan ´´ ¿ A quién le toca hoy?.Y tampoco que cuando te alcanzan el vuelto digan: ´´ Buenoooo´´.

Conclusión: este maricón maniático y neurótico tiene que quedarse a comer en casa porque ya no hay casi dónde comer de una manera ortodoxa y eficiente en esta puta ciudad. Nótese el uso del casi.

Hasta la próxima.




Extraído de : A que no te animás a leer esto Fernando Peña.

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